lunes, 30 de abril de 2018

El cuento de la criada


 EL CUENTO DE LA CRIADA, de Margaret Atwood


Por Joaquín Pérez Blanes (profesor del Dpto. de Imagen y Sonido) 

Hace un par de años, en una ciudad estadounidense en la que residíamos, compramos un mueble barato para la salita, más por necesidad que por estética. Al principio nos pareció idóneo, pero una vez colocado en el pequeño apartamento y a la luz del día, nos pareció excesivo, feo y ominoso. Recuerdo que firmamos el contrato de compraventa como quien echa pan a los patos, sin demasiado entusiasmo, así que cuando quisimos devolverlo nos detuvimos a leer las condiciones contractuales del mismo. Entonces descubrimos, no sin asombro, en letras minúsculas, ciertamente dañinas para los ojos, con la tipografía en ese estilo gótico de la Edwardian Script, las condiciones firmadas en caso de disputa. En el contrato se reflejaba la renuncia expresa a defenderse ante un juzgado, cualquier posible reclamación tenía que resolverse en un proceso de mediación o arbitraje al amparo de lo que determinaran las Sagradas Escrituras como autoridad suprema. Les parecerá un exceso de mi imaginación, les asegro que no es así, y que no son pocos los negocios, especialmente en el sur de Estados Unidos, que se aferran a estas normas de litigio. No sé si lo sabrán, pero hace unos dos años, en abril d e2016, Tennessee aprobó una ley que proponía la Biblia como libro oficial del Estado, al final no pasó a mayores porque el gobernador, Bill Haslam, la vetó argumentando la separación existente y necesaria entre Iglesia y Estado.   

Este largo proemio es para mostrarles que en ocasiones, lo que a muchos pueda parecernos distópico, igual en otra parte del mundo es habitual, se cumple como norma o rige como ley. El mundo es muy extenso y variado como para dejar de sorprendernos continuamente. El libro de Margaret Atwood que nos ocupa, El cuento de la criada, es una horrenda distopía en la que Estados Unidos se ha transformado en una república fundamentalista como su fundador: Gilead.